"Empezar la casa por el tejado."

Presentación:

En muchos casos, un amor y sentimientos muy fuertes por la naturaleza dan lugar a una pasión igual de intensa por la fotografía como forma de expresión y admiración. En mi caso fue al revés, primero fue la fotografía y después la naturaleza. Desde muy pequeño, con apenas 10 años, me enseñaron las técnicas de revelado de fotos en blanco y negro antes de aprender cómo funcionaba una cámara y tenerla en mis manos, todo ello gracias a uno de los mejores profesores que tuve en el colegio en la Isla de La Palma. Aquello me pareció pura magia, lo cual unido a las sesiones fotográficas de viajes familiares que visionábamos en diapositivas en casa, y muchos años después a mis inicios muy esporádicos en la fotografía analógica durante una estancia de un año en París, crearon el germen de lo que hoy es mi afición más importante. Hasta hace unos años, la mayor parte de mi tiempo libre lo dedicaba a los deportes y al estudio del ajedrez, pero esto último era muy exigente a nivel mental, se convirtió en una obsesión y por motivos varios cerré ese ciclo y abrí uno nuevo con la fotografía digital. Después de todo, ajedrez y fotografía comparten muchas similitudes. En ambas actividades hay pasión, planificación, esfuerzo, sacrificio, algo de improvisación y altas dosis de paciencia, por no mencionar una serie de patrones visuales que se suelen dar tanto en el tablero como en la naturaleza. Es precisamente esa “paciencia” de la que más me he enriquecido como persona, y el darme cuenta de que no siempre se gana, sobre todo cuando tienes enfrente a la naturaleza, tan imprevisible. Innumerables son las veces en las que llego a casa sin una solo foto en mi tarjeta de memoria. Pero aún así, ha sido parte del aprendizaje.

Con el paso del tiempo, mi mirada ha ido cambiando, y ha pasado de un simple acto visual y pasivo con todo lo que nos rodea, a otro más emocional e introspectivo, intentando aportar mi visión personal a cada una de mis imágenes. Siempre me ha gustado el proceso creativo, pero nunca he sido bueno en pintura, ni en poesía, ni en música. Lo mío son las matemáticas y la física, áreas de conocimiento más frías, metodológicas y estrictas. La fotografía me ha servido para complementar esa estructura mental que tenía, expresar mi creatividad y sentimientos, y a la vez para acercarme a la naturaleza. Un proverbio africano dice: “Si quieres ir rápido, camina solo; si quieres llegar lejos, ve acompañado”. Este ha sido un camino personal de descubrimientos, a veces solo y otras muchas acompañado por amigos de los que siempre aprendo. Pero sobre todo es un “viaje” que me ha servido para conocerme mejor, que hace que me sienta vivo y que espero que sea muy largo.

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